En esta ocasión os escribo, como enuncia el título de este artículo, los "Recuerdos de una Víspera Soñada". Ayer Miércoles 21 de Agosto, cuando llegué a casa me informó mi madre de que había llegado el Boletín de la Hermandad de la Virgen de Aguas Santas. Lo primero que me dijo es que me habían nombrado, pero con el nombre de mi padre (todos somos humanos, y tenemos fallos), cuando nombra en el apartado "Vida de Hermandad" el Secretario General Actual de la Hermandad, D. José María Morales, recuerda el estreno del año pasado de mi marcha "A mi Virgen de Aguas Santas".
Lo que no sabía mi madre, ni yo en ese momento, era que mi amigo D. Manuel Domínguez Lara (antiguo Hermano Mayor de la Hermandad durante los años 1995-2000), escribió un artículo llamado "Medallas, Velas y Marchas". En el mismo, hace un fabuloso resumen sobre las vivencias en la jornada de Vísperas del 8 de Septiembre, fecha de la cual pocos son los que escriben.
Tras el consentimiento tanto por parte de la Hermandad como por parte del propio autor, a continuación os adjunto el artículo. Es un artículo lleno de sentimientos y emociones, les recomiendo que lo lean:
Poco hemos
escrito sobre el día siete, pues siempre cargamos la pluma para volcar toda su
tinta en el día de la Virgen, sin pensar, ni siquiera un poco, la importancia
de este día de vísperas y primer día de una novena que en Villaverde la
exageramos alargándola hasta completar los diez días. El día siete no es solo,
como decía José María Aguilar, el día que las chaquetas saltan en el ropero, es
el día que recibimos el bautismo en la hermandad. Al terminar la Novena, como cada año,
se repite inalterado el rito del
juramento que, en nuestro nombre, pues nos hacen hermanos recién nacidos, hacen
por nosotros nuestros padres, y recibimos las Aguas Santas bautismales como
parte integra de la Hermandad con la
imposición, por el sacerdote, de la
Medalla de Hermano y que queda ratificado con el mejor de los Crismas, el beso
de nuestra madre.
Después
el Rosario Público de Hombres. Los Rosarios son una verdadera escuela de
tradición para los niños, y una primera lección que nos toca impartir a los
padres, una lección que empieza por la compra de la vela y la seguida petición a
la Virgen que nos libre de la mancha de cera en la chaqueta nueva. La llama de
fuego de un Cirio al que, el Sábado de Gloria, canta el Sacerdote como Luz de
Cristo, prende en las velas que alumbran las calles de Villaverde en una
singular protestación de fe villaverdera a la Virgen de Aguas Santas. Mi hijo
que, para mi orgullo, me acompaña todos los años, es el introductor de su primo
Juan, que se agarra a su mano como si se tratase de la misma Institución Rosarina,
Julián Enrique este año ha completado el recorrido asido de mi mano y que, por
fin, a mitad del Rosario decidió guardar el cabo de la vela que aún le quedaba
por quemar, para hacer un pasito, espero que, a partir de este, ya me acompañe
todos los años.
Delante
de nosotros, en la larga hilera de hombres, un niño acompañado de dos amigos
que le ayudaban y acompañaban, hacía su particular Rosario en su sillita de
ruedas por culpa de esa enfermedad que a los niños los hace hombres y a los
hombre frágiles como el cristal, a la altura de “la Fuente” me adelanté y le dije
al oído -los hombres son importantes por los amigos que tienen y tú debes de
ser muy importante pues veo que tienes muy buenos amigos- Francisco no
pronunció palabra alguna, me miró con sus grande ojos que chisporroteaban de
viveza como sirios en la noche, asintió
con la cabeza y esbozó una sonrisa tan agradecida y amplia como le cabía en su
cara.
En
la calle dehesa, a la altura de la casa de mi hermana, se me acercó Ricardo, el
Hermano Mayor, y me susurró al oído, esta marcha la están tocando para Enrique
Manuel sus amigos de la banda, creo que se llama “Hosanna in Excelsis”, una marcha, pensé, para quien interpreta
tantas y tantas marchas en nuestros recuerdos, una marcha para quien se marchó
tan de repente. Hacia mi peculiar traducción del latín “Gloria en las alturas”,
e inmediatamente recordé la frase que le acababa de decir a Francisco, “tú
debes de ser muy importante pues veo que tienes muy buenos amigos”, y miré al firmamento
y entre las estrella y adiviné la misma viveza en los ojos de la noche y la
misma sonrisa, esa sonrisa que alegraba la cara del mismo cielo.
Es
verdad que la noche de vísperas, cuando comienza el concierto, ya no es víspera,
el reloj ya ha traspasado el umbral de las doce ¡Ya es el día la Virgen!, ya es
el concierto de la Virgen, un concierto que Ella escucha desde el Altar Mayor
de la parroquia y que le debe de sonar tan angelical, como los conciertos que
los Serafines organizan, para Dios y para Ella, en el mismísimo cielo.
Creo
recordarán los nombres de los dos cines que existían en Villaverde, uno era el
cine Andalucía y el otro el de los HH Molina, pues bien, esa noche siempre
comento a mis amigos incondicionales del concierto que, en el recuerdo nos volvemos como
chiquillos, niños de pantalones cortos y sandalias, y nos vemos sentados en las
aneas de las sillas del cine de Pepe o el de Amalita cuando escuchamos la “Carga de Caballería” del Sitio de Zaragoza.
Cuando suenan
los acordes toreros del pasodoble Nerva, convertida, por la fuerza de la
costumbre, en nuestra particular Marcha Raderzky, nosotros cambiamos el
acompañamiento de palmas del famoso concierto navideño vienés, por unos más
interiores y acompasados ¡Olés!, que hacen que por minutos, la plaza recupere
su antiguo y amarillo albero y se transforme en el más sevillano Coso de la Real Maestranza de
Caballería.
Este
año no terminó el concierto con la marcha que compuso mi amigo David Gómez Ramírez
y que tuvo la deferencia de dedicarme, y que nunca encontraré suficientes palabras
de agradecimiento, marcha que entre sus notas suenan las del himno de la
Virgen, “Salve nuestra ¡oh! Virgen de Aguas Santas, de Villaverde eres honra y
honor..” y que tradicionalmente viene cerrando el concierto, eso si, sonó más
nuestra que nunca, más villaverdera que nunca bajo la batuta de Pepe Hernández,
un niño que nació bajo la partitura de nuestra Hermandad. Qué alegría me da, a
mí que tanto me gusta la música, ver tantos jóvenes amigos, pues son hijos de
mis amigos, convertidos en brillantes músicos. Este pasado año, otro más, otro joven
músico villaverdero nos regala una marcha para la Virgen, Antonio Torres, que
lástima que la edad y los achaques no le han permitido disfrutar del concierto a su abuelo Antonio, él que nunca faltaba a esta cita con la música, no tengo
ni que cerrar los ojos para imaginarme la cara que hubiese puesto viéndote
dirigir tu marcha interpretada por “Las Cigarreras”, con ver la de tu padre y
la de tu tío Paco me sobra. ¡Qué bien suena esta banda! Que gran labor realizó su antiguo director y mi buen amigo Bartolomé Gómez Meliá, no solo con los
jóvenes de esta sevillanísima hermandad, sino con otros tantos villaverderos
que incorporó a la Banda de Música de la Real Hermandad de la fábrica de
tabaco.
La
noche, como los días importante, iba de estrenos. Otra marcha más se interpretó por primera vez dedicada a nuestra patrona, "Virgen de Aguas Santas",
de Alonso Delgado, además es parte del último disco grabado por la Banda de
Música María Santísima de la Victoria, la que todos conocemos por “las Cigarreras”.
Ya no se, a estas alturas del artículo, si lo que realmente he escrito es una
crónica de la víspera del día de la Virgen de Aguas Santas o una crónica de
cariño a mis amigos, pero sea lo que sea, éste articulo que titulé antes de escribirlo,
“Medallas, Velas y Marchas” y espero que vuestro cariño me perdone, como
realmente debería de llamarse es como Antonio Torres ha titulado su marcha, pues
si esto está hecho por Ella y para Ella, por que no titularlo “A MI VIRGEN DE
AGUAS SANTAS”.
Tenía
escrito este artículo desde la tarde de la Virgen del pasado año, justo el día
después de mi pequeña historia, hoy, el día después del Convento, cuando
regreso de la ermita de recoger la caseta, y me siento delante del ordenador, me
encuentro este artículo entre los papales de mi escritorio y por fuerza y a mi
pesar, he tenido que reescribir el final de estas letras, porque ayer te
recordé, amigo Pepe Román, te recordé delante de la carreta, compañero de
Junta, Mayordomo de la Hermandad cuando llevar la vara delante de la carreta
era más que un ejercicio de valor supuesto una actuación de valor probado, y te eché de menos, te vi coger la
medalla del amor que le profesabas a tu familia, tu vara con el escudo dorado
de quien manda en el camino y te pusiste delante de la carreta de la vida para
hacer el camino, tu último camino hacía lo eterno y volvió a mi memoria otra
vez la frase que le dije a aquel niño en el Rosario, pero esta vez era yo el
que me sentí importante por ti, porque aunque hayas emprendido ese viaje que no
tiene retorno, mientras prevalezca mi memoria yo te cuento entre mis amigos.
Villaverde del Río, entre la tarde
de la Virgen y el día después del Convento
MANUEL
DOMINGUEZ LARA
Para finalizar, quiero agradecer desde estas líneas, en primer lugar, a la Hermandad de la Virgen de Aguas Santas y a su Hermano Mayor, D. Ricardo Fernández, el permitirme expandir este artículo por mi blog. En segundo lugar, a mi amigo Manolo Domínguez, por escribir tan bello artículo y recordarme sentimientos que no pude apreciar el día del estreno, como fueron las caras de mis padres y mi tío, pero como tú dices, no me hacía falta cerrar los ojos para imaginarme a mi abuelo Antonio viéndome dirigir mi marcha.